Sueños de libertad o pesadillas en la esclavitud.

En la noche tardía, una vez mas cierro los ojos, y «amparada» en el silencio y el frío se me viene el sueño. La primera imagen: una mano de frente, palma abierta, es la señal de «párate» «detente», es la señal de «ya basta», pero no basta, no es cierto. Se confunden las imágenes, se me viene el «heil Hitler» con la misma palma abierta pero desde un brazo extendido y apuntando a un frente donde se confrontan las libertades. Una vez mas salto de mi sueño, a una realidad oscura, silente y fría, pero esta vez el silencio no es tal, son las copas de los arboles cantando al paso del viento, o es lo contrario?, me dejo llevar, y escuchando un canto ancestral, caigo de nuevo en el sopor del sueño. Esta vez, escucho gritos, corro, me angustio, y no se cual es la razón, pero tras de mi, se escuchan detonaciones, y avalancha de rostros desencajados me sobrepasan, al mismo momento en que me detengo tratando de entender, que sucede?. No me puedo escapar, la gente cae junto a mi, y en su mirada una pregunta: Porque? no tengo esa respuesta, no hay nada que yo pueda hacer. Nuevo sobresalto, sigue la misma oscuridad, pero ya no cantan los arboles o el viento, ahora se escuchan las gotas de lluvia en el techo y las ranas en el jardín, agradeciendo con su canto el agua que les alegra. Me doy la vuelta, y me envuelvo en un nido de mantas, alcanzo un nuevo sueño, libros, historia, cuentos, fotografías, imágenes dantescas del infierno en vida, de las llamas en los cuatro puntos cardinales, los pocos que quedan se niegan a rendirse, y el «orden» se niega a regresar del caos, estamos en guerra? las mascaras no responden. Niños parados frente a cuerpos inertes, adultos parados con miradas vacías, holocaustos, bombas, poderes de martillos que aplastan conciencias, historias que se repiten en los tiempos, tristezas, abandonos, pérdidas. Campos secos, ríos rojos, mares muertos. Despierto, entre tanto frío y humedad, entre tanta oscuridad, un zancudo revolotea, y es tan profundo el silencio, que es un insoportable grito, que cada vez que pasa cerca buscando alimentarse de mi sangre me eriza la piel. Mas sangre?, si, «ellos» se alimentan de nuestra sangre, de nuestro miedo, por eso nos someten, nos castigan, nos matan. Quizás sea mejor que los mate yo primero. Tengo fiebre, me aqueja la enfermedad de la esclavitud, el sueño de la lucha, las ansias de libertad, pero no tengo aun el remedio. Parece que solo tenemos la lucha.

Y a las 3.53 am, Tania ansia un nuevo sueño, esta vez, espero no sea la misma pesadilla que arrastra desde 1992.

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