A Tata

No puedo llorarte muerta
porque llore sabiendo tu sufrimiento en vida.
No puedo sino agradecer
que finalmente descansas
que ya no hay dolores ni heridas
que torturan tu cuerpo
y socaban tus fortalezas
y esa bendita resistencia y
Terquedad que te definía.
No puedo llorarte ahora
que te fuiste a la otra vida
donde sé, que te espera
la paz que ganaste
al puto dolor
de esa enfermedad maligna.
Si es que hay una lágrima
pugnando la salida
es una lágrima
de agradecimiento y despedida
con la sabiduría que te ganaste
la vida eterna en el edén
de las almas que se lo merecían.
No te voy a llorar Tata mía
te juro que por amor a ti
mi propia alma suelta
un suspiro y reza un Ave Maria.

A mi Tata el día de su viaje final.

Tania Mauri M.

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